Un árbol que deja caer pocos
frutos, y ostenta a lo lejos montones de ellos, mujeres saciables no pierden su
tiempo, queriendo trepar a este vil resoluto.
La luna se muestra, la niña descansa & hay noches que un ángel
alcanza sus ramas, el árbol concede todas sus
manzanas & el sol en su viaje se viste de gala, soñando poder al llegar la
mañana, ver a estos dos locos fundiendo sus almas. Un viernes de invierno anuncio su imprudencia, la niña feliz
diviso sus cortezas, noto que con ellas podría
escalarlo & subió donde pocas pudieron lograrlo. Allí estaba el ángel siempre reluciente, amable tomo de la mano a la dama, quien pudo por fin ubicarse en
sus ramas, culminando así su acción inteligente. El Ser celestial percibió en
esta niña dotes de grandeza y sintió que era indigno gozar privilegios que
aquella debía, cedió ante su aura y con gesto benigno bajo de aquel árbol jurando ese día
tomar solo frutos que le correspondían.
Existen millones de fabulas grises, no todas culminan con vino & perdices.
Se puede jurar que no hay nada mas triste que
un ángel dejando la magia pudrirse.
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